Investigadores de la Universidad de Granada demuestran que
los sujetos con más contaminantes orgánicos persistentes (COPs) en su organismo
tienen también mayores niveles de colesterol y triglicéridos.
Un equipo de científicos españoles, entre los que se encuentran
investigadores de la Universidad de Granada, ha corroborado que existe una
relación entre los niveles de ciertos contaminantes ambientales que una persona
acumula en su organismo y su grado de obesidad, y que los sujetos con más
contaminantes presentan mayores niveles de colesterol y triglicéridos,
importantes factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.
El estudio, publicado en la Environmental Pollution, ha evaluado los
niveles de contaminantes acumulados en tejido adiposo (grasa) en cerca de 300
hombres y mujeres, intervenidos en los servicios de cirugía de dos hospitales de
la provincia de Granada. Las sustancias analizadas, conocidas como contaminantes
orgánicos persistentes (COP), tienen la particularidad de que pueden permanecer
en el medioambiente durante años e incluso décadas sin degradarse.
“Los
seres humanos estamos expuestos a COP principalmente a través de la dieta.
Además, los COP se acumulan progresivamente en la grasa corporal, por lo que los
niveles medidos en nuestro trabajo nos dan una idea de la exposición acumulada
de una persona a lo largo de varios años”, explica Juan Pedro Arrebola, autor
principal del artículo.
Utilizando modelos estadísticos complejos, los
científicos comprobaron que los niveles acumulados de varios COP se asociaban
con la obesidad y con los niveles séricos de colesterol y triglicéridos de las
personas, independientemente del sexo, edad, lugar de residencia o hábito
tabáquico de los participantes.
“En general, encontramos que, las
personas con mayores niveles de COP eran cuantitativamente más obesas, y además
presentaban mayores niveles de colesterol y triglicéridos, todos ellos
considerados como importantes factores de riesgo de enfermedad cardiovascular,
aunque estas relaciones eran complejas y no mostraban siempre patrones
lineales”, afirma Arrebola.
Los COP estudiados: DDE, DDT,
PCB
Entre los COP estudiados se encuentra el DDE, principal
metabolito del pesticida DDT, ampliamente utilizado en todo el mundo hasta los
años 80, y actualmente empleado por algunos países para combatir el
paludismo/malaria. Asimismo, se estudió el insecticida lindano, muy usado en el
pasado en cultivos y en algunos medicamentos para el tratamiento de los piojos y
la sarna.
El estudio también incluyó un grupo de bifenilos policlorados o
PCB, usados en numerosos equipos industriales, y que siguen presentes en
transformadores eléctricos antiguos. Todos estos contaminantes se asociaron de
alguna manera con los índices de obesidad y/o colesterol y
triglicéridos.
A pesar de que su uso está muy restringido en la
actualidad, los COP representan un importante problema para la salud pública; de
hecho, el 100% de los participantes en este estudio presentaron niveles
detectables de uno o más de estos compuestos.
“Esta universalidad de la
exposición hace que su impacto sobre la salud humana sea muy importante.
Asimismo, nuestros resultados sugieren que no existen niveles de exposición
seguros para estos contaminantes que, además, pueden interactuar entre ellos
para producir efectos sobre la salud”, apostilla el investigador.
Otros
trabajos anteriores han demostrado que la población general está expuesta a COPs
principalmente a través de los alimentos con elevado contenido en grasa,
incluyendo las carnes y pescados grasos y de gran tamaño, por lo que un
creciente número de investigadores recomiendan moderar su
consumo.
Actualmente, el grupo de investigación del doctor Arrebola se
encuentra realizando un seguimiento de la población de estudio a lo largo de
varios años, para comprobar si las personas más expuestas han tenido un mayor
riesgo de desarrollar ciertas patologías, como hipertensión, obesidad o
enfermedad cardiovascular.
Contaminantes
obesógenos
Tradicionalmente se ha considerado que la obesidad es
el resultado de una ingesta elevada de calorías en relación al gasto energético.
“Creemos que los resultados no son sólo una consecuencia de una mayor ingesta de
alimentos por parte de las personas obesas. Existen evidencias de que la
exposición humana a ciertos 'obesógenos podría favorecer el crecimiento y
proliferación de adipocitos (células de la grasa), y por lo tanto provocar un
aumento de la grasa corporal. Además, se sospecha que ciertos contaminantes
ambientales también podrían provocar alteraciones en los niveles de colesterol y
triglicéridos y, por tanto, contribuir al desarrollo de enfermedades
cardiovasculares”, concluye Arrebola.
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