Un estudio muestra que la omisión del desayuno en pacientes con SCA es superior al 10-18% de la población general.
Son varios los estudios que demuestran que las personas que no desayunan tienen una incidencia de infarto de hasta un 27% superior con respecto a aquellas que sí desayunan. Hasta ahora se desconocían los hábitos del desayuno en los pacientes con enfermedad cardiovascular; sin embargo, un estudio publicado en el último número de Revista Española de Cardiología (REC) afirma que casi la mitad de los pacientes ingresados por síndrome coronario agudo (SCA), es decir, infarto o angina inestable, desayuna incorrectamente.
El Dr. Alberto Cordero, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardiólogo de la Unidad de Hemodinámica del Hospital de San Juan, Alicante, explica que, “hasta el momento se habían llevado a cabo estudios que evidencian malos hábitos alimentarios en la población española y a través de estudios poblacionales se sabe que entre un 10% y un 18% de la población no desayuna. Sin embargo, esta investigación ha acotado la muestra de análisis y ha estudiado cómo es el desayuno de los pacientes que ingresan por infarto en los hospitales y la incidencia directa que el desayuno tiene en el sistema cardiovascular”.
La investigación, llevada a cabo entre el Hospital de San Juan, Alicante, y el Hospital General de Valencia, analizó por primera vez los hábitos alimentarios en el desayuno de 181 pacientes con SCA mediante diez preguntas, cinco de las cuales giraron en torno al grado de adherencia a la dieta mediterránea –considerada la más beneficiosa para el sistema cardiovascular-, así como el estilo de vida y la alimentación saludable:
-Consumo habitual de frutos secos
-Consumo mínimo de dos piezas de fruta al día
-Consumo mínimo de verdura tres veces a la semana
-Consumo de pescado dos veces por semana
-Realizar un mínimo de 30 minutos de ejercicio físico al menos tres veces a la semana
Tras estas preguntas los expertos observaron que 44 pacientes admiten no desayunar habitualmente y 60 toman solo líquido. Además, sumando estos dos grupos, se observó que un 42% presenta un patrón dietético incorrecto y que esto se asocia a más sedentarismo, mayor prevalencia de tabaquismo y más frecuentemente síndrome coronario agudo con elevación del segmento ST, que hace referencia al conocido como infarto agudo de miocardio clásico. “El estudio ha permitido conocer que la omisión del desayuno en los pacientes ingresados por infarto o angina es mucho más amplia que en el caso de la población general. Así, se ha evidenciado que los pacientes que no desayunan o que desayunan incorrectamente son más fumadores, tienen peores hábitos de vida –ya que son más sedentarios-, y presentan un patrón alimentario más alejado de la dieta mediterránea porque pican más entre horas, consumen más grasas y menos pescado”, concreta el experto, quien prosigue que, “además nuestros resultados coinciden con lo ya conocido de que las personas que fuman tienen hábitos nutricionales mucho menos favorables”.
El desayuno forma parte de los ciclos circadianos del organismo, es decir, un ciclo biológico que abarca las 24h del día, dentro del cual se segmentan las horas de sueño (8h) y las de vigilia (16h). “Cuando nos levantamos, el cuerpo se pone en marcha, se activan los ciclos de cortisol –responsables del aumento de la presión arterial y de los niveles de azúcar por la mañana-, y es el momento en el que hay que subministrarle al cuerpo sus necesidades, idealmente tras la primera media hora. Solo por el hecho de activarnos y de ponernos en pie ya se ponen en marcha estos ciclos circadianos, y el desayuno forma parte de ellos. Cuando no desayunamos retardamos el periodo de saciedad y no proporcionamos la ingesta calórica que el cuerpo necesita para su correcto funcionamiento, de modo que alteramos el ciclo biológico marcado por el propio organismo”, matiza el doctor.
La omisión del desayuno provoca que el cuerpo active otras vías metabólicas y recurra a otras reservas de energía no adecuadas, liberando ácidos grasos depositados en el hígado y en los músculos. Así, y según cuenta el Dr. Cordero, “el hecho de no desayunar hace que el cuerpo no segregue suficiente insulina –la hormona responsable de reducir los niveles de azúcar en sangre-. Además, los ácidos grasos circulan libremente por la sangre y, aunque suplen de manera temporal la falta de energía proporcionada por la ingesta de nutrientes, son altamente tóxicos para la pared vascular y están relacionados con la aparición de diabetes, cuyo riesgo se puede llegar a triplicar si no se desayuna”.
Los resultados de este estudio han llevado a la SEC a resaltar la necesidad de desayunar correctamente cada día. El desayuno es una de las principales ingestas del día, ya que está precedida del período más largo de ayuno y reposo, y se considera la comida que más potencia la saciedad. “Tras este periodo de descanso, el cuerpo está más preparado para absorber mayor cantidad de nutrientes. Por ello, y viendo los malos hábitos de los pacientes analizados en este estudio, es muy importante incidir en la educación de la población, tanto en los que presentan problemas cardiovasculares como los que no, para que adquieran el hábito de sentarse diez minutos cada día para desayunar”, explica el doctor.
El desayuno ideal no debe contener sólo líquido (café o té) sino que debe estar acompañado de alimentos sólidos. Así, se considera un buen desayuno aquel que contiene los aportes nutricionales necesarios para el organismo tales como:
Proteínas e hidratos de carbono de absorción rápida: pan, tostadas, cereales o galletas integrales
Lácteos: leche, café con leche o yogurt (se pueden sustituir los lácteos por té)
Vitaminas: consumo de frutos secos y frutas -ya sea en forma de zumo o fruta fresca-.
Fibra: pan integral, cereales y fruta
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