lunes, 3 de marzo de 2014

Llevar una vida sedentaria en la edad adulta aumenta el riesgo de desarrollar fragilidad en la vejez.

Expertos recomiendan que se haga actividad física de forma regular y se siga una dieta equilibrada para evitar la dependencia en el futuro.


   Llevar un tipo de vida sedentario a partir de los 50 años hace que aumente "significativamente" el riesgo de desarrollar fragilidad en la vejez, según la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), y para evitarlo recomiendan mantener una vida activa, que incluya una actividad física regular, una dieta equilibrada que ayuden a evitar la dependencia en el futuro.

   Éste fue el tema que abordaron los participantes en el IX Curso de Formación Dr. Salgado Alba sobre Fragilidad, organizado por SEMEG, en colaboración con Novartis, y que se celebra hasta este sábado en San Lorenzo del Escorial (Madrid). El curso forma a más de treinta residentes de geriatría en epidemiología, fisiopatología, diagnóstico y tratamiento de la fragilidad.

   El jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe y ex presidente de la SEMEG, Leocadio Rodríguez Mañas, ha asegurado que "ninguna medida farmacológica ha demostrado beneficios en la prevención de este síndrome".

   La fragilidad es un síndrome geriátrico independiente que sufren el 10 por ciento de los mayores de 65 años y se caracteriza por la pérdida de peso, la pobre actividad física, el cansancio y la marcha ralentizada. También es invalidante y puede provocar caídas y problemas de salud graves que deriven en ingresos y reingresos y, además impide desarrollar tareas cotidianas como ducharse o vestirse, han señalado.

   También han apuntado que es un importante predictor de eventos adversos de salud, como mayor discapacidad, hospitalización, institucionalización o muerte.

   "A este colectivo no se le puede poner una edad, porque uno puede ser frágil a los 65 años o llegar hasta los 90 sin serlo. Lo que sí sabemos es que la prevalencia de la fragilidad aumenta con la edad, especialmente a partir de los 75 años, y llegando al 30-35 por ciento en los mayores de 80 años", ha comentado la geriatra del Hospital Universitario de Getafe Marta Castro, coordinadora del curso. Esta experta ha recordado además que hasta un 45 por ciento de los mayores de 65 años pueden considerarse "personas pre-frágiles".


Dos pruebas para el diagnóstico


   Sobre el diagnóstico de la fragilidad, esta doctora ha asegurado que hay dos pruebas que se utilizan para diagnosticar la fragilidad de las personas. Una de ellas es el 'Cardiovascular Health Study' y otra el 'Short Physical Performance Battery (SPPB)'.

   En relación con la segunda, Castro ha apuntado que consta de 3 tests, tales como "equilibrio, velocidad de la marcha y levantarse y sentarse en una silla 5 veces; o la medida de la velocidad de la marcha únicamente".

   En España se está trabajando en la 'Escala del Rasgo de Fragilidad', que se centra en el aspecto biológico de este síndrome. "Esta nueva escala de medición, con 6 dominios --balance energético, nutrición, pérdida de energía, actividad, fuerza, lentitud, Sistema Nervioso Central y Sistema Vascular-- presenta algunas ventajas con respecto a las medidas anteriores porque permite detectar pequeños cambios en el estado de fragilidad en el anciano con el paso del tiempo", ha comentado.

   En este sentido, el doctor Rodríguez Mañas ha resaltado que "una cultura de la sociedad moderna, no enfocada a paliar las consecuencias del paso de los años, sino a promover un envejecimiento saludable y la educación integral de todos sus componentes contribuiría a no medicalizar tanto esta etapa de la vida, que puede ser de disfrute y satisfacción".

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