viernes, 20 de septiembre de 2013

La nutrición personalizada basada en el genoma facilitará la predicción y prevención de la obesidad.

Según otro de los estudios presentado en el encuentro, las personas obesas que practican ejercicio presentan menos riesgo de fallecer en los siguientes diez años que los individuos sin problemas de peso que no están en forma.
  Desde el descubrimiento del genoma humano en 2001, la nutrigenética ha permitido aportar pautas nutricionales personalizadas. Tal como explica el Dr. José Ordovás, director del Laboratorio de Nutrigenética y Nutrigenómica de la Universidad de Tufts (Boston, Estados Unidos), “a lo largo de la historia, la nutrición ha ido dando forma a nuestros genes, y catalizando los cambios que nos dieron las capacidades intelectuales que tenemos hoy en día”.


   La situación actual de la nutrigenética y su evolución a lo largo de estos años es uno de los ámbitos que analizan los especialistas que se reúnen estos días en Granada con motivo del 20º Congreso Internacional de Nutrición de la IUNS. Según el Dr. Ordovás, “cada uno de nosotros nos diferenciamos genéticamente de los demás seres humanos y esto hace, entre otras cosas, que la interacción que cada uno de nosotros tiene con los alimentos y sus nutrientes sea ligera o drásticamente diferentes”. De esta manera, la nutrigenética se centra en el estudio del genoma particular de un individuo para, a partir de sus características, determinar el riesgo que tiene una persona de padecer una determinada enfermedad en el futuro. Gracias a este estudio, los nutricionistas pueden recomendar un tipo de dieta u otro y minimizar dicho riesgo.

Ejercicio físico y obesidad

  Otro de los expertos que participan en el congreso, el profesor Steven Blair, de la Universidad de Carolina del Sur (EE UU), ha presentado un estudio en que concluye que las personas obesas que practican ejercicio tienen menos riesgo de fallecer o desarrollar enfermedades crónicas en los siguientes diez años que aquellos sin problemas de peso que no están en forma.

   Blair, experto en el estudio del ejercicio físico sobre la salud, señala que “la actividad física es una de los hábitos que, junto a la dieta, el control del estrés, el sueño y no fumar, y junto con los genes, pueden ayudar a reducir las enfermedades crónicas no transmisibles, como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, la obesidad y las patologías respiratorias, que son la principal causa de mortalidad en el mundo”.

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