martes, 21 de enero de 2014

El 36% de los niños obesos que viven en áreas marginales tienden a ser hipertensos.

Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Iberoamericana de México, el desarrollo de esta dolencia entre menores podría estar relacionado con factores psico-emocionales originados en el núcleo familiar.


   El 36 por cientio de los niños obesos que viven en zonas marginales tienden a ser hipertensos, según ha mostrado un equipo de investigadores de la Universidad Iberoamericana de México, quienes han señalado que el desarrollo de la hipertensión arterial entre menores podría estar relacionado con factores psico-emocionales originados en el núcleo familiar.

   "Es muy probable que, alternativamente al exceso de grasa, el menor presente otros síntomas como mareos, demasiada sed, excesiva necesidad de ir al baño, o bien, que algunas zona de la piel como del cuello o las axilas adquieran una tonalidad obscura (acantosis). Esos cambios físicos podrían ser síntomas de que el niño está en vías de desarrollar diabetes o problemas cardiacos al corto plazo", ha advertido la investigadora del Departamento de Salud de la Universidad, Ericka Escalante Izeta.

   Por este motivo, los expertos han creado el programa 'Exploradores de comida' que tiene como objetivo repercutir positivamente en los hábitos alimenticios de las familias sin necesidad de realizar dietas estrictas ya que, a juicio de la experta, éstas no suelen funcionar porque no se corresponden con los patrones alimenticios de los mexicanos.
 
   Y es que, en el estudio, los investigadores han detectado que la obesidad entre menores de edad no sólo conlleva altos índices de niños hipertensos, sino repercusiones psico-emocionales entre los infantes afectados. "Los niños con obesidad se cansan más rápido, por lo que comienzan a realizar actividades sedentarias y quedan al margen de las actividades de sus demás compañeros", ha apostillado Escalante Izeta.

   Otro ejemplo de las afecciones psicológicas que se desarrollan entre los niños que padecen obesidad se visualiza en una baja autoestima ante determinadas eventualidades afectivas, como depresión, ansiedad o falta de aceptación de su imagen corporal.

   "Por ejemplo, en la etapa de la pre-adolescencia los niños comienzan a desarrollar su sexualidad, pero los niños con sobrepeso al no ser aceptados por sus pares como aquellos que tienen un físico óptimo comienzan a perder confianza en sí mismos", ha zanjado la investigadora.

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