miércoles, 29 de enero de 2014

La ingesta calórica de los españoles ha descendido una media del 13 por ciento en los últimos 40 años.

Así lo recoge el análisis 'La dieta española: una actualización', que sirvió de base para la elaboración del primer documento de consenso sobre obesidad y sedentarismo.


  Los patrones de alimentación en España y los consumos de energía y nutrientes han cambiado notablemente en los últimos 40 años, difiriendo los actuales en buena medida de la dieta mediterránea tradicional. En concreto, el consumo de energía actual muestra un marcado declive en comparación con el consumo medio de los años sesenta. Estos son algunos de los aspectos principales abordados en el análisis científico “La dieta española: una actualización”, que forma parte de los trabajos que han servido de base para la elaboración del documento de consenso ‘Obesidad y sedentarismo en el siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?’.

   Este informe pone de manifiesto la importancia de las soluciones integradas en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, de forma que se tengan en cuenta los factores que influyen en su desarrollo, especialmente el sedentarismo y la inactividad física. No en vano, los patrones alimentarios en España durante los últimos 40 años revelan cómo -a diferencia de lo que pudiera esperarse según las actuales cifras de sobrepeso y obesidad-, el total de calorías ingeridas hoy por los españoles es un 13% menor que décadas atrás. En concreto, la ingesta calórica media ha pasado delas 3.008 kcal/persona/día de 1964 a las 2.609 Kcal/persona/día de 2012.

   Según el Prof. Gregorio Varela-Moreiras, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo, autor de “La Dieta española: una actualización” y coordinador del Documento de Consenso, durante las últimas décadas se observa un descenso en la ingesta de todos los macronutrientes excepto de los lípidos.

   “Resulta excesivo para el conjunto de la población española adulta estudiada el aporte de lípidos, desequilibrando el perfil calórico, principal índice de calidad de la dieta. No obstante, la calidad de la grasa es todavía razonablemente satisfactoria, toda vez que la contribución de los ácidos grasos monoinsaturados es positiva, si bien deberíamos reducir el aporte de grasa saturada”, señala.

Contribución de los grupos de alimentos a la ingesta total diaria

   Actualmente, la contribución de los grupos de alimentos a la ingesta total diaria de energía se distribuye del siguiente modo: los cereales aportan el 24,6%, las carnes y derivados, el 14,3%, los aceites y grasas, el 13,6%, y la leche y sus derivados, el 12,5%. Les siguen, a mucha distancia, los pescados y mariscos (3%), las bebidas no alcohólicas (2,9%) y las bebidas alcohólicas (2,3%).

   Pero, según los expertos, actualmente no sólo hemos reducido el número de calorías diarias. Según el documento de consenso ‘Obesidad y dedentarismo en el siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?’, y de acuerdo con los datos de la última Encuesta Nacional de Salud “cuatro de cada diez personas (41,3%) se declara sedentaria (no realiza actividad física alguna en su tiempo libre), uno de cada tres hombres (35,9%) y casi una de cada dos mujeres (46,6%)”.

   A este respecto, el Prof. Varela-Moreiras señala que “a pesar de haber reducido la ingesta de calorías en nuestra dieta, no somos capaces de tener un balance equilibrado, ya que nuestro gasto energético debido a nuestro estilo de vida inactivo es muy inferior al deseable. Y desde luego, si reducimos de manera continuada la ingesta de energía, podemos tener dificultados para incluir en esa menor cantidad de energía las vitaminas y minerales necesarios. Si, por el contrario, aumentamos el gasto energético, también nos va a permitir una mayor ingesta de calorías acompañadas de los micronutrientes necesarios”.

   Esto es aún más importante teniendo en cuenta que el sedentarismo y la inactividad física no sólo se asocian con el sobrepeso y la obesidad, sino con otras patologías cuyo impacto se encuentra actualmente en algunos casos en fase de análisis. Así, numerosos trabajos científicos señalan al sedentarismo y la inactividad física como factores de riesgo de múltiples enfermedades crónicas (hipertensión arterial, colesterol elevado, triglicéridos, diabetes, ciertos tipos de cáncer, etc.), mientras que por el contrario, una vida físicamente activa produce numerosos beneficios para la salud y disminuye el riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares. En definitiva, hoy resulta necesario no sólo transmitir y conocer los beneficios de la actividad física, sino de manera creciente los efectos perjudiciales de la inactividad física y el sedentarismo.

‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?’

   Se trata de un acuerdo histórico sobre el abordaje multidisciplinar de la obesidad, fruto del trabajo conjunto de más de treinta de los principales profesionales de nuestro país en materia de nutrición, bioquímica y biología molecular, nutrigenómica, inmunonutrición, endocrinología, epidemiología, pediatría, atención primaria, control clínico y hospitalario, salud pública, educación, ciencias de la actividad física y del deporte y medicina del deporte.

   Este análisis científico, coordinado por el Prof. Gregorio Varela-Moreiras, Catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo y Presidente de la Fundación Española de Nutrición, ha sido elaborado a partir de 17 ponencias debatidas por este foro científico multidisciplinar. El Documento de Consenso y los textos que han servido como base para su desarrollo han sido publicados en Nutrición Hospitalaria, la revista científica de nutrición más prestigiosa de España, y referenciada a nivel internacional.



Nutrición Hospitalaria (2013); doi:10.3305/nh.2013.28.sup5.6913
Nutrición Hospitalaria (2013); doi:10.3305/nh.2013.28.sup5.6914

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