- Demuestran por primera vez los beneficios en pacientes ya diagnosticados
- Hasta ahora se conocían los beneficios de frutas y verduras en la prevención
En España se diagnostican cada año alrededor de 25.000 casos de cáncer de
próstata, según los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Eso supone unos 57 casos por cada 100.000 habitantes (el 21% de los diagnósticos
de cáncer en hombres), lo que lo convierte en el más frecuente en varones
(seguido del de pulmón). Coincidiendo con el día mundial de esta
enfermedad, que se celebra el 11 de junio, un estudio descubre el
significativo beneficio que puede llegar a ejercer en ellos una dieta
saludable.
Aunque se trata de un cáncer fuertemente asociado a la edad, existen otros
factores de riesgo que incrementan el riesgo de sufrir un cáncer de próstata,
como ser de raza negra, tener antecedentes en la familia o algunos factores
dietéticos. Como recuerda la recién creada asociación de pacientes 'Cáncer de
próstata España', diversas investigaciones han demostrado que una dieta rica en
grasas animales y pobre en vegetales puede estar asociada a un incremento del
riesgo de este diagnóstico.
Sin embargo, el papel de la dieta en pacientes ya diagnosticados no se había
indagado en tanta profundidad hasta ahora. Un amplio estudio publicado en la
revista 'JAMA Internal Medicine' intenta subsanar esta 'laguna' con un
trabajo que demuestra los beneficios de la dieta mediterránea en varones
con cáncer de próstata.
Según los resultados obtenidos por el equipo de Erin Richman, de la
Universidad de California San Francisco (en EEUU), los pacientes con este tumor
pueden reducir de manera importante su riesgo de fallecer por la enfermedad con
sólo seguir los consejos de la bien conocida dieta mediterránea: menos grasas
animales y más de origen vegetal (aceite de oliva, frutos secos, fruta,
verdura...).
Concretamente, Richman y su equipo analizaron a 4.600 varones con cáncer no
metastásico que habían sido diagnosticados en su centro entre 1986 y 2010.
Después de evaluar las tasas de mortalidad por cáncer de próstata y otras
causas, así como los patrones de dieta de los afectados, los investigadores
observaron que aquéllos que reemplazaron un 10% de su ingesta de carbohidratos
por grasas vegetales insaturadas redujeron casi un 30% sus posibilidades
de desarrollar un tumor de próstata más agresivo, considerado incurable
hoy en día. Sustituir en la dieta las grasas animales y los carbohidratos por
aceite de oliva y frutos secos se tradujo en una reducción de la mortalidad por
cualquier causa del 26%.
Los autores -cuyo trabajo fue financiado por el Instituto Nacional del Cáncer
de EEUU- aseguran que después de descartar todos los otros posibles factores que
podrían haber influido en el pronóstico de los participantes (edad, tipo de
tratamiento, tabaco, ejercicio físico...), parece que fue el simple gesto de
añadir a su dieta una cucharada sopera de aceite de oliva y una ración
de frutos secos (unos 30 gramos) el más determinante de todos.
La doctora Paula Jiménez Fonseca, oncóloga del Hospital Central de Asturias y
coautora del libro 'Comer para vencer al cáncer', señala a ELMUNDO.es que los
tumores de mama y próstata son los que más evidencias acumulan hasta ahora sobre
los beneficios de una dieta sana como prevención, "debido al papel que ejercen
las hormonas que hay en la grasa corporal".
En este sentido, recomienda a los varones a partir de cierta edad (la mayor
incidencia de cáncer prostático se da a partir de los 60-65 años) una dieta rica
en verduras rojizas (tomate, zanahoria, calabaza, remolacha...
que son ricas en vitamina A y licopenos), con pocas grasas animales, y poca
bollería y azúcares refinados. Esta dieta ya ha demostrado en estudios
científicos su influencia en la hiperplasia benigna de próstata (un
agrandamiento benigno de esta glándula, que se caracteriza por la necesidad
constante de orinar); y aunque los beneficios en pacientes ya diagnosticados de
un tumor maligno son más incipientes, coincide con los autores del trabajo en
que esta dieta mediterránea sólo puede reportar beneficios.
"El problema de los estudios que indagan en la relación entre dieta y
cáncer", concluye Jiménez, "es que sus beneficios tardan muchos años en
aparecer, y es necesario que los pacientes se adhieran bien a la dieta para
poder demostrar estos beneficios". En este sentido, los autores californianos
admiten que serán necesarios más ensayos clínicos para llegar a conclusiones
definitivas.
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