Si lo que le frena para dejar de fumar es el aumento de peso, no le dé más
vueltas. Aunque gane algunos kilos y crea que esto incrementa su riesgo
cardiovascular, su corazón no se resentirá. Según un estudio publicado en la
revista médica 'Journal of American Medical Association' (JAMA), en
comparación con quienes siguen fumando, las probabilidades de sufrir
enfermedades coronarias se reducen alrededor de un 50%.
Se sabe que "el tabaco es un importante factor de riesgo
cardiovascular, pero la obesidad también y esto es lo que les preocupa a muchas de las
personas que quieren abandonar el hábito de fumar", explican los autores de este
trabajo, realizado en la Universidad de Lausanne (Suiza). Sobre todo si son
diabéticas, ya que "el control del peso es clave para el manejo de esta
enfermedad que, a su vez, incrementa las papeletas para tener un problema
coronario". Su miedo, por tanto, es que el aumento de peso que
pueda conllevar dejar el tabaco atenúe los beneficios en lo referente a su salud
cardiovascular.
Para dar respuesta a este interrogante, Carole Clair y su equipo pusieron en
marcha un estudio a partir de los datos de las investigaciones de Framingham
Offspring (desde 1984 hasta 2011), localidad donde se lleva a cabo un conocido
estudio a largo plazo sobre factores de riesgo de enfermedades cardiacas. Cada
cuatro años se revisaba el estado en el que se encontraban los participantes
(11.148), dividiéndolos en cuatro categorías: fumadores,
personas que acaban de dejar el tabaco (hace un máximo de cuatro años), que han
dejado de fumar hace más de cuatro años y no fumadores.
Al dejar de fumar, aumenta el peso
Después de asociar estos datos con los cambios de peso y los incidentes
cardiovasculares registrados, se corroboró que dejar de fumar
implica un aumento de peso. Durante los primeros cuatro años, los individuos sin
diabetes subieron de peso una media de 2,7 kilos y los que tenían diabetes unos
3,6 kilos. Según los resultados obtenidos, efectivamente, experimentaron mayor
cambio en la báscula que los fumadores.
Como explica el especialista español al comentar este artículo, Mario Ávila,
de la Unidad de Hipertensión del Hospital Clínico de Madrid, "el tabaco produce
una serie de sustancias (como la catecolamina) que hacen que la grasa del
individuo no se fije. Cuando se deja de fumar, estas sustancias no se producen,
el metabolismo cambia y la grasa se empieza a acumular. Esto se
suma al estado de ansiedad que se origina y que hace comer más".
En total, durante los 25 años de seguimiento se dieron 631 eventos coronarios
en 3.251 personas. La incidencia fue casi el doble entre los fumadores
sin diabetes que en los que habían dejado de fumar (5,9 por cada 100
individuos frente a 3,1) y, después de ajustar otros factores de riesgo
cardiovascular, "vimos que, en comparación con los fumadores, quienes ya no
tenían este hábito tenían un 54% menos de riesgo de enfermedades
cardiovasculares", reza el artículo. "Las estimaciones entre los participantes
con diabetes fueron similares".
Ante tales resultados, afirma Clair, queda claro que, con o sin diabetes, e
independientemente de la subida de peso, dejar de fumar se asocia a menor riesgo
cardiovascular, en comparación con los que siguen consumiendo cigarrillos.
Una conclusión interesante, comenta Susana Monereo, responsable de la Unidad
de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Getafe Madrid). "El
aumento de peso es una de las limitaciones para dejar de fumar, sobre todo en mujeres y en gente joven que ni se lo planteaban
o si lo hacían, muchos recaían". Esto ratifica que "aunque se gane un poco de
peso el beneficio es enorme".
Según el equipo de Clair, no hay estudios publicados en este sentido. Sólo
uno japonés realizado en hombres sin diabetes que analizaba el efecto del
abandono del tabaco en los factores de riesgo cardiovascular, como los niveles
del colesterol, pero no valoraba los eventos coronarios. Por eso, aunque este
estudio tiene algunas limitaciones (no tiene en cuenta cuánto fuman los
individuos), remarca otro de los investigadores, James Meigs, del Hospital
General de Massachusetts: "Ahora podemos decir sin duda alguna
que dejar el tabaco tiene un efecto positivo en la salud del corazón tanto si el
individuo tiene diabetes como si no, incluso si han aumentado su peso". Y,
además, afirma un editorial que acompaña el estudio, "los médicos pueden
utilizar esta información para aclarar a sus pacientes su preocupación con el
peso".
Ya no hay excusas ni hay que tener miedo a dejar de fumar, animan los dos
expertos españoles, porque, además, "la obesidad se puede
controlar". La doctora Monereo recomienda que lo mejor es planear el
abandono del tabaco, seguir una dieta adecuada, controlar la ansiedad y hacer
ejercicio. Hoy en día, añade, "hay medicamentos inhibidores de recaptación de la
serotonina (para aumentarla) que ayudan a reducir la ansiedad y en cuanto a la
dieta, conviene introducir hidratos de carbono de absorción
lenta en la comida (pasta o legumbres, por ejemplo). Produce saciedad y calma la
ansiedad. Lo que hay que evitar para no engordar son los dulces".
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