viernes, 22 de marzo de 2013

Los alimentos industriales, culpables del abuso de sal


   Hombres y mujeres, ricos y pobres, niños y adultos. La sal no entiende de fronteras ni de clases sociales. Varios estudios que se presentan en una de las sesiones científicas de la Academia Americana del Corazón (AHA) alertan esta semana de que todos los países del mundo (con la honrosa excepción de Kenia) superan las recomendaciones sobre el consumo diario de sal.
   La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja no tomar más de 2 gramos de sodio al día (el equivalente a 5 gramos de sal, es decir, una cucharadita). La propia AHA estadounidense, por su parte, reduce aún más esta 'cifra recomendada': a tan sólo 1,5 gramos diarios (que serían tres gramos de sal). La sal de mesa (cloruro sódico) está compuesta por un 40% de sodio y un 60% de cloro; pero no es nuestra única fuente de sodio: El 70% de la ingesta se debe a la sal la que se añade a los alimentos industriales en los procesos de fabricación en forma de conservantes o aromatizantes.
   En total, el 75% de la población mundial consumo el doble de sodio de lo recomendado, según las investigaciones del doctor Saman Fahimi, de la Escuela de Salud Pública de Harvard (EEUU), cuyos resultados podrían ver la luz este mismo año en una revista médica con todos los datos desglosados por países, según él mismo explica a ELMUNDO.es. Fahimi empleó para sus estadísticas datos extraidos del Estudio de la Carga Global de Enfermedades, un amplio trabajo que esta misma semana ha permitido también conocer los riesgos del abuso de los refrescos.

España abusa

   Y aunque Fahimi no puede detallar por el momento en qué lugar queda España, sus datos globales son prácticamente un espejo de los que maneja la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, que calcula que el 80% de los españoles consume más sal de la recomendada con una media de 9,9 gramos de sal al día (prácticamente el doble de lo que se considera saludable). Los países con mayor consumo de sodio en la clasificación realizada por Fahimi son Kazajstán (con más de 6 gramos diarios de sodio, es decir, alrededor de 12 gramos de sal), Mauricio y Uzbekistán. Entre los países 'menos salados' figuran Kenia y Malawi (los únicos que cumplen con la cifra de 2 gramos).
   "Para la mayor parte de países desarrollados, con rentas alta y media, el sodio procede mayoritariamente de alimentos precocinados, pan, quesos, conservas... en los que se usa sobre todo como conservante, más que para dar sabor", explica el investigador a este periódico. "En los países asiáticos, en cambio, la mayor parte del sodio ingerido procede de las salsas de soja y de la sal de mesa". A su juicio, estos datos son la demostración más evidente de que "ni la industria ni las autoridades están haciendo lo suficiente para reducir los niveles de sal".

Los niños en riesgo

   Pero el problema no se limita a los adultos. Otro estudio presentado en la misma sesión científica alerta de que el 75% de los alimentos infantiles contiene demasiada sal. El análisis de Joyce Maalouf, de los Centros de Control de las Enfermedades (CDC), se ha realizado con alimentos para niños del mercado americano, aunque como él mismo señala a este periódico "estudios realizados en Canadá, Reino Unido o Noruega han encontrado datos comparables".
   Tras revisar nada menos que 1.115 productos (purés, cereales, 'snacks', galletas, lácteos...) Maalouf descubrió que sólo el 25% de los alimentos para niños mayores de un año tenía más de 0,2 gramos de sodio y en algunos casos la ración superaba los 0,6 gramos (el 40% de cantidad diaria recomendada por la AHA y que es válida tanto para niños como adultos). "La buena noticia", explica desde Atlanta, "es que los alimentos para bebés de menos de un año presentaban niveles relativamente bajos de sal".
   La preocupación por la sal no es una cuestión baladí. En el caso de los niños, Maalouf señala que su abuso puede tener consecuencias graves a largo plazo para su salud (fundamentalmente hipertensión); y aconseja a los padres reducir su ingesta desde la infancia para que los niños no se acostumbren a los alimentos demasiado salados.
   En el caso de los adultos, las consecuencias están mejor cuantificadas y los especialistas se atreven incluso a poner cifras; 2,3 millones de muertes por problemas cardiacos directamente relacionadas con la sal. De nuevo en el congreso científico de la AHA, el tercer informe sobre este tipo alerta de que un 15% de la mortalidad mundial en 2010 puede atribuirse al abuso del sodio en la dieta.
  Un millón de estos fallecimientos (el 40%) se produce en individuos menores de 69 años (lo que se considera una muerte prematura) y con más frecuencia en hombres que en mujeres (60% frente a 40%). Curiosamente, el 80% de estos fallecimientos se produjeron en países en desarrollo, donde el consumo elevado de sal está muy implantado.

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