Hombres y mujeres, ricos y pobres, niños y adultos. La sal no entiende de
fronteras ni de clases sociales. Varios estudios que se presentan en una de las
sesiones científicas de la Academia Americana del Corazón (AHA) alertan esta
semana de que todos los países del mundo (con la honrosa excepción de Kenia)
superan las recomendaciones sobre el consumo diario de sal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja no tomar más de 2 gramos
de sodio al día (el equivalente a 5 gramos de sal, es decir, una cucharadita).
La propia AHA estadounidense, por su parte, reduce aún más esta 'cifra
recomendada': a tan sólo 1,5 gramos diarios (que serían tres gramos de sal). La
sal de mesa (cloruro sódico) está compuesta por un 40% de sodio y un 60%
de cloro; pero no es nuestra única fuente de sodio: El 70% de la
ingesta se debe a la sal la que se añade a los alimentos industriales en los
procesos de fabricación en forma de conservantes o aromatizantes.
En total, el 75% de la población mundial consumo el doble de sodio de lo
recomendado, según las investigaciones del doctor Saman Fahimi, de la Escuela de
Salud Pública de Harvard (EEUU), cuyos resultados podrían ver la luz este mismo
año en una revista médica con todos los datos desglosados por países, según él
mismo explica a ELMUNDO.es. Fahimi empleó para sus estadísticas datos extraidos
del Estudio de la Carga Global de Enfermedades, un amplio trabajo
que esta misma semana ha permitido también conocer los riesgos del abuso de los refrescos.
España abusa
Y aunque Fahimi no puede detallar por el momento en qué lugar queda España,
sus datos globales son prácticamente un espejo de los que maneja la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, que calcula que
el 80% de los españoles consume más sal de la recomendada con
una media de 9,9 gramos de sal al día (prácticamente el doble de lo que se
considera saludable). Los países con mayor consumo de sodio en la clasificación
realizada por Fahimi son Kazajstán (con más de 6 gramos diarios de sodio, es
decir, alrededor de 12 gramos de sal), Mauricio y Uzbekistán. Entre los países
'menos salados' figuran Kenia y Malawi (los únicos que cumplen con la cifra de 2
gramos).
"Para la mayor parte de países desarrollados, con rentas alta y media, el
sodio procede mayoritariamente de alimentos precocinados, pan, quesos,
conservas... en los que se usa sobre todo como conservante, más que
para dar sabor", explica el investigador a este periódico. "En los países
asiáticos, en cambio, la mayor parte del sodio ingerido procede de las salsas de
soja y de la sal de mesa". A su juicio, estos datos son la demostración más
evidente de que "ni la industria ni las autoridades están haciendo lo suficiente
para reducir los niveles de sal".
Los niños en riesgo
Pero el problema no se limita a los adultos. Otro estudio presentado en la
misma sesión científica alerta de que el 75% de los alimentos infantiles
contiene demasiada sal. El análisis de Joyce Maalouf, de los Centros de Control
de las Enfermedades (CDC), se ha realizado con alimentos para niños del mercado
americano, aunque como él mismo señala a este periódico "estudios realizados en
Canadá, Reino Unido o Noruega han encontrado datos comparables".
Tras revisar nada menos que 1.115 productos (purés, cereales, 'snacks',
galletas, lácteos...) Maalouf descubrió que sólo el 25% de los alimentos
para niños mayores de un año tenía más de 0,2 gramos de sodio y en
algunos casos la ración superaba los 0,6 gramos (el 40% de cantidad diaria
recomendada por la AHA y que es válida tanto para niños como adultos). "La buena
noticia", explica desde Atlanta, "es que los alimentos para bebés de menos de un
año presentaban niveles relativamente bajos de sal".
La preocupación por la sal no es una cuestión baladí. En el caso de los
niños, Maalouf señala que su abuso puede tener consecuencias graves a largo
plazo para su salud (fundamentalmente hipertensión); y aconseja a los padres
reducir su ingesta desde la infancia para que los niños no se acostumbren a los
alimentos demasiado salados.
En el caso de los adultos, las consecuencias están mejor cuantificadas y los
especialistas se atreven incluso a poner cifras; 2,3 millones de muertes por
problemas cardiacos directamente relacionadas con la sal. De nuevo en el
congreso científico de la AHA, el tercer informe sobre este tipo alerta de que
un 15% de la mortalidad mundial en 2010 puede atribuirse al abuso del
sodio en la dieta.
Un millón de estos fallecimientos (el 40%) se produce en individuos menores
de 69 años (lo que se considera una muerte prematura) y con más frecuencia en
hombres que en mujeres (60% frente a 40%). Curiosamente, el 80% de estos
fallecimientos se produjeron en países en desarrollo, donde el consumo elevado
de sal está muy implantado.
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