lunes, 18 de marzo de 2013

Nueva 'cara' de los comedores en los colegios de EEUU


   Parece que los grandes cambios no son el mejor camino, al menos en lo que se refiere a las directrices dietéticas que el Departamento de Agricultura de EEUU impulsó el año pasado en los comedores escolares de EEUU. Ahora, un estudio publicado en 'Pediatrics' propone un nuevo plan menos restrictivo y más atractivo para conseguir que los estudiantes adquieran mejores hábitos alimenticios y se consiga así reducir la tasa de obesidad.
   Las medidas que se impusieron y promovieron a través de la campaña 'Let's move' (liderada por Michelle Obama) consistían, fundamentalmente, en duplicar la cantidad de verduras, limitar los productos lácteos a los desnatados y reducir la sal y ciertas grasas. "Reducía, por ejemplo, la frecuencia las patatas fritas y ofrecía más cereales integrales. Desafortunadamente, forzar a los niños a tomar alimentos saludables puede provocar el efecto contrario e incrementar la resistencia del menor a ser persuadido", argumenta Andrew Hanks, uno de los autores del documento.
   Existe una posible solución a este problema y está basada en un principio de la ciencia del comportamiento: 'Paternalismo libertario'. Es decir, "influir, no restringir"
   ¿Cómo? Según reza el estudio, "introduciendo algunas modificaciones en las cafeterías y los comedores que aumente el atractivo de los alimentos saludables para animar a los estudiantes y que sean ellos mismos quienes tomen la decisión más correcta". Por ejemplo, con carteles con mensajes como '¿Te gustaría probar esta manzana?, con la exposición de fruta fresca en bonitos fruteros y colocados cerca de la caja registradora, verduras etiquetadas con nombres descriptivos, ensaladas con muy buena presencia, zumos de fruta expuestos junto a los helados, fotos tentadoras de los menús ofertados (incluyendo la fruta), creativos sandwiches de frutas y verduras, etc.
   Son pequeños cambios que promocionan una dieta más saludable, no implican más de tres horas de preparación y, poco a poco, van persuadiendo a los estudiantes. Los responsables de este estudio analizaron los efectos de estas medidas en las cafeterías de dos institutos de Nueva York. Los resultados de este experimento fueron positivos, ya que consiguió que el consumo de fruta aumentara un 18% y el de verdura un 25%.
   Aunque el estudio tiene algunas limitaciones, "no hay un grupo control de estudiantes para comparar", esta experiencia tiene buenas expectativas. "Ayuda a que los niños mejoren sus hábitos alimenticios convencidos y sin presión, incluso teniendo al alcance alimentos menos saludables", asegura Hanks. "Es un método efectivo que no requiere gran inversión económica" y que quizás podría implantarse en otros espacios como los hospitales.  

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